Proponen un Viaje a Marte Ida Sin Vuelta

     Dirk Schulze-Makuch, de Washington State University, y Paul Davies, de Arizona State University, proponen una misión espacial a Marte en un artículo titulado "To Boldly Go: A One-Way Human Mission to Mars" y publicado en "Journal of Cosmology". En este artículo sostienen que una misión de este tipo es técnicamente posible y se puede realizar ahora mismo, al contrario que una misión de ida y vuelta, que de momento no se planea debido a los recursos económicos necesarios y a la falta de voluntad política.


     Gran parte de los recursos en un viaje a Marte se gastarían en el viaje de vuelta, así que un viaje sólo de ida tendría un costo que sería una fracción pequeña del de ida y vuelta. La idea sería ir empezando a colonizar el planeta rojo.
     De entre todos los planetas del sistema solar, Marte es el más parecido a la Tierra. Tiene una atmósfera que no es excesivamente densa (al contrario que Venus) pero existente y tiene una gravedad similar a la terrestre. Además, en su atmósfera y sobre su superficie hay materiales que pueden ser relevantes a la hora de la colonización, como el dióxido de carbono, hielo de agua o distintos tipos de minerales.
Según el proyecto de estos dos científicos se podría inicialmente enviar a cuatro astronautas en una primera misión, tripulación que se distribuirían en dos cápsulas espaciales distintas que contendrían recursos para algún tiempo. Con tecnología cohete convencional se tardarían 6 meses en llegar a Marte cuando el planeta está en oposición, un viaje de duración factible.
     Al contrario que otros proyectos similares anteriormente propuestos, en los que se abandonaría a su suerte a estos humanos (supuestamente viejos o enfermos), en este tipo de misión estas personas constituiría la primera avanzadilla de la colonización de Marte. Se lanzarían una serie de misiones a lo largo del tiempo para mantener una colonización a largo plazo y abastecer a los colonos.
     Según Davis sería como los primeros colonos en llegar a Norteamérica, que dejaron Europa sin expectativas de volver. Además, hace comparaciones con Colón, Frobisher, Scott o Amundsen, que se embarcaban en expediciones con la intención de estar un tiempo en destino y sabiendo que arriesgaban sus propias vidas.
     Desde la Tierra se reaprovisionaría a estos astronautas con necesidades básicas, pero con la intención de que fueran utilizando los recursos que se ofrecen en Marte. Finalmente los colonos marcianos tendrían que ser autosuficientes y servir de semilla de un gran proyecto de colonización.
     El primer paso consistiría en la elección del lugar de aterrizaje que tendría que contar con un refugio natural, agua (presumiblemente congelada) y minerales adecuados. Podrían servir algunas cuevas de origen volcánico cerca del "océano" norte y que por tanto contendría cantidades apreciables de hielo de agua. El agua proporcionaría oxígeno a través de electrolisis. Una de estas cuevas serviría de protección frente a los rayos cósmicos y UV, ya que Marte no tiene capa de ozono ni magnetosfera.
     Además de servir de "arca de Noe humana", en caso de un cataclismo en la Tierra, la nueva colonia proporcionaría una inestimable investigación científica permanente sobre Marte. Los estudios sobre Geología y Planetología serían inestimables. Incluso podrían encontrar alguna traza de vida microbiana, tanto viva como fósil (siendo muy optimistas).
     Además, según los autores, una presencia internacional y multicultural en el planeta rojo podría traer beneficios políticos y sociales en la Tierra. El proyecto no sólo requeriría la colaboración internacional, sino el retorno del espíritu de aventura y riesgo de épocas pasadas.
     Según estos dos investigadores, cuando han comentado de manera informal esta idea entre otros colegas, ha habido alguno que ha expresado su interés en hacer ese viaje. El propio Schulze-Makuch parece ofrecerse como voluntario a una misión así una vez que sus hijos alcancen cierta edad.
     Pero a estos individuos cargados de optimismo se les olvida que Marte, pese a todo, es un lugar muy inhóspito. La presión atmosférica es muy baja y se necesita llevar puesto un traje presurizado constantemente. Hace un frío terrible. Sobre todo en las zonas en donde hay agua congelada en el subsuelo.
     Unos posibles colonos podrían hacerse con materiales de construcción allí, incluso con oxígeno y comida, pero no con trajes presurizados, equipos de electrolisis y materiales de alta tecnología (incluyendo medicinas, material quirúrgico y de diagnóstico). Además, la terraformación de Marte llevaría siglos.
     La idea de una visita al planeta rojo puede parece atractiva a algunos, pero esos mismos individuos, una vez allí y pasados unos años, lo considerarían una cárcel muy dura: el más frío, seco y solitario de todos los desiertos. Quizás se podría colonizar a la australiana y enviar allí a presos de larga duración.

     ¿Cambiaría el lector los paisajes terrestres por una vista del valle Marineris?


Vía: La Flecha

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